Nunca más invisibles: Mujeres rebeldes, invencibles y federales

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La presencia femenina tuvo un lugar destacado en los sucesos de Mayo de 1810, participaron en la política de forma activa y entregaron su vida al sacrificio por la libertad, al igual que los hombres. Tradicionalmente cuando observamos las imágenes de las mujeres durante la época colonial, muestran a las damas de la élite en fiestas características de su grupo social, las tertulias, o bien organizando el trabajo de una numerosa servidumbre en las grandes casonas. La historiografía oficial se encargó de excluirlas en el relato de la construcción del país. Sin embargo, la historia, definitivamente fue otra.

Ante el escenario societal tradicionalmente relatado, surgen interrogantes como: ¿Cuál era su rol? ¿Accedían y recibían educación? ¿Qué otras cosas hacían?  ¿Cómo era la vida de las mujeres esclavas? ¿Estuvieron en el Cabildo Abierto del 22? ¿Participaron en las guerras por la Independencia?

Hoy y desde la relectura y reinterpretación que propone la historiografía reciente, las fuentes históricas como los documentos y relatos orales, señalan que las mujeres hicieron mucho por nuestra patria y su aporte fue concreto e importante, destacándose en lo político, social, y cultural. Fueron muchas y variadas las acciones en las que contribuyeron mujeres de orígenes diversos durante las históricas luchas revolucionarias. Actuaron como espías y emisarias, valiéndose de su presunta debilidad y desinterés político para infiltrase en el ejército enemigo.

Además, participaron en la formación de redes de información en las que actuaban como correos, proporcionando información muy valiosa al regimiento patriota; y también en la organización de protestas; en la propagación de las ideas patriotas y en la persuasión entre las huestes realistas. Valiosos aportes se materializaron concretamente para el Ejercito del Norte a cargo del General Manuel Belgrano y luego el General San Martin.

Las protagonistas fueron diversas y tenaces, madres, esposas, novias, vecinas, trabajadoras, hijas y hermanas con sencillez o con el protagonismo de las valientes, con el corte y la confección o con el fusil, la oración y el discurso inflamado, todas ellas contribuyeron a la creación de nuestro país. Cuanta inmensidad, valor, y empatía, definitivamente nacidas para romper los esquemas tradicionales de la época, hoy llamados estructuras patriarcales.

Para discernir su papel en aquella época, los relatos cuentan que colaboraron en todo cuanto estuvo a su alcance: transportaron alimentos, ropas y material bélico; cocinando, e incluso atendiendo a los heridos. Protagonizaron tertulias esclarecedoras, o donaron sus joyas para la causa de la libertad. Pelearon hasta dejar sangre o empujaron a la lucha a sus esposos o amantes. Discutieron estrategias con los hombres prestando sus casas para reuniones clandestinas o actuaron como espías y emisarias.

Las mujeres de la época colonial cumplieron un rol fundamental en la hazaña libertadora. Participaban de la política de forma activa, entregaban su vida al sacrificio por la libertad al igual que los hombres y muchas criaban solas a sus hijos, ya que los hombres se encontraban frente al campo de batalla.

Ellas y la revolución

No fueron invitadas al Cabildo Abierto del 22, cuando se depuso al virrey.  Sin embargo, se arriesgaron y estuvieron presente en el histórico día 25, entre soldados y vecinos que, reunidos frente al Cabildo, querían saber lo que estaba pasando.

Para pensar a las mujeres de Mayo hay que retroceder en la historia, más precisamente en los comienzos del siglo XIX, el Rio de la Plata se escandalizaba con María de Todos los Santos Sánchez, la informante: su primer signo de rebeldía fue negarse rotundamente a casarse con Diego del Arco, el candidato que le habían elegido sus padres, ella 14 años y él 50, no solo no le gustaba, sino que estaba enamorada de su primo segundo, Martin Thompson, que era oficial de la marina.

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Estaba todo listo para la ceremonia: todo menos la novia. Ni los gritos ni las amenazas consiguieron que la chica dijera el "sí" y el novio tuvo que salir de la casa tan soltero como había entrado. Poco después Mariquita también salió como había entrado del convento donde fue internada en castigo: salió resuelta a no dar el brazo a torcer y a casarse con su amor, su primo segundo, Martín Jacobo Thompson. Empecinada, se presentó al virrey Sobremonte para que dejase sin efecto los arreglos que forjó la madre (el padre ya había muerto) para casarla con Diego del Arco. Cerca de un año después de iniciado el juicio, los enamorados obtuvieron la autorización y la boda se realizó el 29 de julio de 1805. Mariquita abrazó con fervor la causa de la libertad y colaboró con todas las empresas patrióticas de la revolución de mayo.

Juana Moro, la espía: Nacida en San Salvador de Jujuy, habría de abandonar sus pagos allá por 1802, una vez consumado su matrimonio con el coronel Jerónimo López, con quien se estableció en la ciudad de Salta. Claro que Juana no tardaría en hacer sus buenas migas allí, así como tampoco sus alianzas. Definitivamente, lo suyo no era la sumisión, sino todo lo contrario. Le gustaba trasladarse a caballo espiando los movimientos del enemigo. Durante las guerras de independencia, lideró en Salta, junto con Doña Loreto Sánchez de Peón, una red de espionaje femenina conocida como Las Mujeres de la Independencia. En una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas, pero no delató a los patriotas. Sufrió el castigo más grave. Cuando Pezuela invadió Jujuy y Salta, Juana fue detenida y condenada por espionaje a morir tapiada en su propio hogar. Días más tarde una familia vecina, condolida de su terrible destino, perforo la pared y la proveyó de agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados. Fue emparedada a los 29 años, pero murió centenaria. A consecuencia de la difícil situación que atravesó su apodo fue «La Emparedada».

María Remedios del Valle, la madre de la patria: así la llamaron a María Remedios del Valle, una argentina de origen africano que nació en 1766 en la capital del Virreinato del Río de la Plata. Ella no fue ama de casa, ni periodista, ni esposa de un político. Su vocación de servicio la llevó a realizar trabajos de enfermería para auxiliar a quienes defendieron la ciudad porteña durante la segunda invasión inglesa, en 1807. Sin embargo, su espíritu patriótico la hizo ir más allá, incluso, para tomar las armas. Estuvo enlistada en distintas batallas como la de Tucumán, Salta y Ayohúma. Su marido y dos hijos no sobrevivieron a las guerras, mientras que ella continuó atendiendo a los heridos y arriesgando la vida por su tierra.

Fue Manuel Belgrano quien, deslumbrado por su compromiso, disciplina y lealtad, la nombró capitana de su ejército. Entre sus hazañas, se destacó por su gran fortaleza. Se sabe que fue herida de bala, hecha prisionera por los españoles y sometida como escarmiento a nueve días de azotes públicos que le dejaron cicatrices para el resto de su vida. Pero pudo escapar e incorporarse a las fuerzas de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales, para otra vez cumplir una doble función, la de combatiente y enfermera. Cuando cumplió 60 años, ya terminada la guerra, María Remedios del Valle volvió a Buenos Aires para convertirse en mendiga. Y así murió nuestra madre de la patria, vendiendo pasteles, tortas fritas y recogiendo sobras en los conventos.

Hubo casos excepcionales de guerreras, como la emblemática Juana Azurduy, teniente coronel del ejército de las Provincias Unidas. Esta rica propietaria en la provincia altoperuana de Charcas, y su marido, Manuel Ascencio Padilla, lideraron la "Guerra de las Republiquetas" (grupos guerrilleros independentistas), que no cesaría hasta la definitiva independencia de la América hispana, en 1824. En ese lugar combatió Juana, la guerrillera, desde el día en que dejó a sus cuatro hijitos al cuidado de una india y salió a reunirse con su marido al campo de batalla. Allí la encontraron las dos expediciones que envió Buenos Aires al Alto Perú, que fracasaron en el intento de extender la Revolución. Vio morir a sus cuatro hijos, combatió embarazada de la quinta hija, que luego dio a luz a orillas del río Grande, mientras su marido peleaba, y escapó con ella en brazos, a caballo, recién parida, luego quedo viuda y siguió luchando por la causa revolucionaria, los últimos años se puso al servicio de Martin Miguel Güemes. A su lado lucharon amazonas indígenas y mestizas. Por otra parte, en la "guerra gaucha" abundaron las "bomberas", que aprovecharon su condición femenina para llevar informaciones en papeles que ellas no estaban en condiciones de leer porque eran analfabetas.

En el libro “Hijas de la patria Mujeres, ideología y política en la literatura argentina (1810-1860)” ,de la autora Florencia Elgorrea, se destaca la aparición de las mujeres en La Gazeta, fundada el 7 de Junio de 1810 por Mariano Moreno, allí se observa “la convicción social acerca de la necesidad de su participación”. Las mujeres no solo donan dinero, sino que entregan a sus hijos para el “el servicio que estime la Junta”.Fueron muchas las que hicieron historia como Anita Perichon, Martina Céspedes, Juanita Pueyrredon, María Guadalupe Cuenca, Macacha Güemes, Eulalia Aries de Mendoza, entre otras.

Existen infinitas historias de las mujeres durante la revolución y la época colonial, pero el pasado y los diferentes contextos de producción y trasmisión de conocimiento, se encargaron de omitirlas y excluirlas del relato histórico.

Actualmente el nuevo paradigma en cuestiones de género, nos ha permitido rescatar lo que siempre ha estado latente, con una renovación y perspectivas historiográficas de género que permiten salir a luz, para ser difundidas, conocidas, cada vez con más fuerza y las mismas certezas de aquellas mujeres, dispuestas a todo por la patria, mujeres que son reivindicadas y no olvidadas.

Quizás sin darnos cuenta hemos empezado a escribir y contar una nueva historia, acorde a estos tiempos, el de las garantías de los derechos constitucionales y democráticos para todos los ciudadanos argentinos a ser escuchados y valorados en cada contexto histórico y nunca más ser invisibilizadas por el relato oficial. Las mujeres lucharon por sus ideas y bregaron por una patria libre.  ¡Viva la Patria y las Mujeres que hicieron Historia!

 

 

Equipo Historia UNSE integrado por: Alba Gallo Alba; Eugenia Hernández Reimundi; Evangelina Isac; María Olivera, y Marcia Pompolo, Marcia.

Ilustraciones: Martín Llanos

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