Identidad = Memoria + Historia[1]
Susana Maldonado*
Rita Salvatierra**
Jacqueline Tort***
Introducción
El propósito de este trabajo es el de efectuar un modesto aporte a la reflexión de los ciudadanos, pensados no como meros habitantes de ciudades sino como sujetos activos que participan desde distintos sectores en la vida nacional.
Se trata de una exploración no exhaustiva orientada a rescatar visiones y puntos de vista de distintos actores. La intención es lograr un primer acercamiento a lo nacional como conjunto de representaciones y pensar en el modo en que las diferentes visiones de la historia inciden en la construcción de las nociones de ciudadanía argentina.
Explorando las identidades parciales
En el Bicentenario de la Revolución de Mayo se han puesto en marcha diversos actos y eventos que apuntan a repensar, actualizar y dotar de contenido la conmemoración de la efeméride fundacional de la patria.
En 1809 Bolivia y Ecuador habían logrado formar Juntas Revolucionarias e iniciar este camino, mientras que otros países lo hicieron posteriormente, como son los casos de Argentina, Chile, Colombia y México. Así, el 2010 es el año de la conmemoración de este proceso continental. Año de la lucha por la primera independencia y la liberación de nuestros pueblos del colonialismo español de aquel entonces.
La Secretaria de Cultura de la Nación realizó un trabajo de exploración durante el periodo 2007-2009 en las ciudades de Córdoba, Tucumán, Rosario y Buenos Aires Buscó conocer las representaciones que el habitante común posee sobre: a) los orígenes del país, b) los hechos de mayo, la identidad provincial, c) identidad nacional y d) la memoria colectiva.
Los resultados de dicho trabajo arrojaron una información muy interesante, permiten conocer la forma como los habitantes de estas urbes argentinas se identifican a sí mismos y a los hechos históricos que resaltan como fundamentales en sus imaginarios.
El siguiente cuadro resume estas representaciones:
Actores Dimensión |
Tucumanos |
Rosarinos |
Cordobeses |
Porteños
|
Orígenes del País |
Señalan a los pueblos originarios. |
Vinculan los orígenes de la Argentina con los procesos inmigratorios Europeos iniciados durante el siglo XIX. |
Otorgan a la conquista Española el carácter de momento fundacional. |
Las luchas por la Independencia, principalmente la resistencia a las invasiones inglesas y las inmigraciones europeas.
|
Interpretaciones acerca de los hechos de mayo.
|
Es una de las instancias históricas pero no la predominante. |
No lo consideran significativos para la conformación de su identidad. |
El 25 de Mayo es interpretado como el primer paso hacia la consolidación del dominio del puerto de Buenos Aires hacia el interior. |
Punto de partida y origen político del país y las inmigraciones como momento fundacional en términos culturales. |
Identidad Provincial. |
Constituida por un conjunto de rasgos y atributos permanentes e inmutables que determinan las prácticas y comportamientos colectivos a lo largo de su historia como región. Identificación muy fuerte con el NOA como espacio geohistorico y sociocultural mas allá de las fronteras políticas. Reconoce 2 fuentes esenciales: el sustrato territorial y la base étnica. Arquetipos: el indio y el criollo |
Se sienten una especie de europeos lejos de su tierra. Sienten nostalgia de sus antepasados europeos. Menos acabada y cerrada. Es pensada como una ciudad huérfana por no tener un fundador. Intenso sentido de pertenencia a su comunidad. Arquetipo: el artista bohemio |
La identidad cordobesa adquiere primacía sobre la Argentina. Es un rasgo de diferenciación positivo. No rechazan los estereotipos acerca de la idiosincrasia provincial. Arquetipos: Establecen 2 puntos extremos: conservadores-rebeldes. Lo culto asociado a la universidad y lo popular al cuarteto y el humor. |
Bs. As. Como un espacio relativamente autónomo que poco tiene que ver con el conjunto del país. La nacionalidad es una fuerte instancia en la construcción de su propia identidad Lo porteño como centro de gravedad del país. Arquetipo: el taxista , el chanta, el sabelotodo. |
Identidad nacional |
El resultado de la combinación entre la herencia hispánica, el legado de los pueblos originarios y la cultura importada por la inmigración europea. |
Se explica por la persistente influencia de las inmigraciones. Sentimiento de arraigo y pertenencia. |
Ídem Tucumanos Debilidad de los vínculos con lo nacional. |
En la Argentina no existe una historia común sinó que cada provincia posee su propio linaje y su propia experiencia histórica no compartida. Los pueblos originarios son una especie de “protohistoria” |
Memoria colectiva |
Se contrapone la acción de los caudillos federales (portadores de los valores de la argentinidad) frente a la intromisión extranjerizante de los unitarios porteños. El peronismo como reivindicación de sectores postergados que rescata los valores de la nacionalidad. |
La historia Argentina es representada a través de un esquema de eslabones que se rompen, una historia de rupturas, de cambios permanentes, de inestabilidad en los objetivos. Un país sin metas colectivas. |
El marco de referencia es casi siempre la historia provincial antes que la historia argentina en su conjunto, o sea, las vicisitudes históricas de Bs. As. |
Para los mayores la “época dorada” fueron las inmigraciones mientras que los jóvenes tienen una visión decadentista de la historia como un camino sinuoso marcado pr momentos de convulsión y de relativa armonía. |
El artículo se ha limitado a los habitantes de sólo cuatro ciudades dejando de lado a otras así como al área rural en su conjunto y a las comunidades indígenas. No obstante, de su observación y análisis se desprende la variedad de representaciones que coexisten en el interior de Argentina.
Una tarea pendiente y más que interesante sería extender esta indagación a los sectores que no han participado en la misma. Si bien no desconocemos que se han efectuado investigaciones en la búsqueda de conocernos como santiagueños y que a la fecha se cuenta con resultados concreto algunos de ellos presentes y circulando como información en estas jornadas.
La identidad nacional desde el punto de vista de un extranjero
En “Población, asentamiento y sociedad” Alan Rouquié describe la identidad nacional de los argentinos, pueblo al que califica como transplantado. Esta caracterización viene a propósito de las inmigraciones europeas ya citadas con anterioridad y en términos relativos le otorga el carácter de rasgo distintivo a la población argentina porque ha jugado un papel decisivo en la conformación de la sociedad nacional. Rouquié refiere una yuxtaposición de pueblos a la que llama “nación de inmigrantes” y dice que un crisol nacional los homogeneizó social y culturalmente.
Lo ponemos en palabras del propio autor:
“En la actualidad, no faltan quienes lamentan la nivelación de las comunidades étnicas que siguió a la erradicación de las culturas indígenas y rurales y la desaparición de las particularidades regionales. Esta rígida homogeneidad, esta imposición de valores urbanos y europeos a todo un país es producto de una historia, incluso de un proyecto de transformación nacional instrumentado a partir de 1880 con el propósito de introducir la civilización europea en el país de los querandíes y ranqueles.”
De lo dicho por el autor en este párrafo que no incluye nuestro conocimiento de la realidad interior de Argentina podemos inferir:
Ahora bien, comparando el párrafo citado con el cuadro de las representaciones de los habitantes de provincias argentinas encontramos que no hay continuidades de sentido en la concepción de historia ni coincidencias en los imaginarios y en algunos casos hasta resultan contradictorios los puntos de vista de los habitantes de diferentes ciudades. Entonces: ¿Cuál es la verdadera Argentina? ¿La de la homogeneidad o la diversidad? Al parecer, desde la óptica extranjera lo nacional se identifica con la imagen del porteño como representante de lo argentino. Cabe la pregunta: ¿Así nos “ven” desde afuera? Y por otro lado: ¿Cuáles han sido los mecanismos a través de los cuales generamos y proyectamos esta imagen hacia el exterior? Las respuestas variarán, seguramente, y esta sola variación será la respuesta a la dicotomía homogeneidad-diversidad.
Reflexión en torno a la Construcción de Identidad
A propósito del Bicentenario de Mayo y las diversas actividades que se desarrollaron con motivo de su celebración desde este equipo de trabajo surgió la idea de revisar el cronograma de actividades que articulaba una serie de hitos del pasado, emblemas, documentos, personajes e ideas en torno a los cuales se ha intentado narrar “La Historia” de los argentinos.
Las escenas montadas para representar el período prehispánico en los festejos reproducían el relato clásico de la historiografía: los pueblos originarios y la colonización española como un “antes” que es característico de Latinoamérica en su conjunto, que hunde sus raíces en tiempos inmemoriales; el “después” de mayo de 1810 como un lento y difícil período de transición hasta la conformación del Estado Nacional en 1853 cuando comienza de un modo mas acentuado y sistemático el proceso de diferenciación-identificación de la argentinidad: la construcción del mito fundacional en torno a hechos, próceres y símbolos de la conocida historiografía que buscó y busca cohesionar a los habitantes del territorio en un mismo sentir nacional.
Evocando esta base común sobre la que se edifica la memoria colectiva:
“…construída y recreada como todas las memorias, enfatiza hechos del pasado, otorgándoles el carácter de símbolos o blasones históricos, en las prácticas del presente...” (Isla, 2003)
Esta memoria se halla íntimamente ligada a y en función de una Identidad que se trata de construir, de lo que somos los argentinos hoy como producto inacabado y en permanente elaboración del juego entre la memoria social y los relatos de esa historia inscripta en las conciencias de los ciudadanos y renovada en la retórica de esta conmemoración que deja traslucir una política de la memoria que reproduce con sus elementos aquel proyecto civilizatorio de la generación del 80 pero que también vislumbra desde nuestro punto de vista un intento de federalismo. Intento que a nuestro entender pretende una inclusión más abarcativa pero que no puede evitar caer en “olvidos”, intencionados o no. Es a favor de esos olvidados o ausentes que siempre los hay, esos subalternizados, esos excluídos o marginados de la historia (pueblo, etnias, lenguas; sectores sociales, económicos ó políticos) que alentamos a que no sean vistos como víctimas sinó como depositarios del derecho de disentir y como sujetos capaces de realizar aportes valiosos desde sus diferencias.
Fronteras adentro, diseminada en su vasta extensión se halla la historia típica de lugares y fechas como en Santa Fé y su monumento a la Bandera pero también estas planicies, bosques y montañas cuentan una historia que de ordinario no se narra o se lo hace muy al pasar, en la retórica nacionalista y ni siquiera provinciana.
Es el caso de Santiago del Estero que pretende mostrarse industrializada y moderna, que resalta la cultura gauchesca con sus bombos, chacareras y atuendos característicos. Que olvida sus bosques arrasados, a la sangre indígena que sobrevive en sus pobladores, a los campesinos expulsados que al no incorporarlos a la memoria de la santiagueñidad corren el peligro de pasar sin dejar rastro. Una vez más.
Con esto queremos decir que hacia adentro de la Argentina - como hacia fuera- hay una realidad que no es homogénea, pues, como es sabido, los límites políticos no constituyen límites socioculturales. Hay provincias o porciones de ellas que se reagrupan en regiones que más tienen que ver con las condiciones naturales o un pasado en común anterior a la colonia, que se yuxtaponen y sobreviven aún en las conciencias en forma de identidades regionales y que se reconocen mutuamente entre sí y se comunican. Esta es la realidad mediterránea que incluso extiende sus brazos fronteras afuera hacia el encuentro con lo latinoamericano.
¿Cómo será posible entonces, construir un “nosotros” nacional?
“La memoria, entonces, como narración del pasado pero que incide en el presente y en el futuro [...] es un campo de fuerzas, de luchas de poder por inscribir determinados símbolos [...]. De allí que podamos hablar de varias memorias en disputa dentro de un mismo grupo social.” (Isla, 2003)
Un primer paso sería incorporar a la memoria colectiva de todos los argentinos estos fragmentos de la historia omitidos y que es preciso narrar para luego poder generar la posibilidad de reconocer que detrás de estos hechos hay actores, seres de carne y hueso que los sobreviven y reclaman ser incluidos en un proyecto de país con el que se sientan identificados, como dice Garay, mediante
“[...] la participación que garantice el protagonismo de los pueblos en la construcción de sus destinos.”
“[...] restablecer los canales de participación y los lazos de solidaridad que destierren la marginación a la que sistemáticamente se vieron sometidos los pueblos” (Garay, sin fecha)
Por fortuna, tanto memoria como identidad son elaboraciones dinámicas, abiertas y permeables a los reclamos acerca de los “olvidos”.
“La memoria como narración del pasado-fragmentos narrativos, a veces separados por hiatos intencionales, por desvanecimientos, por olvidos, en el flujo de recordar- es un campo de abundantes disputas, cuando se dirimen identidades nacionales ó étnicas.”(Isla, 2003)
De modo que en este Bicentenario, más allá de todas las controversias que pudieron haber generado los festejos, corresponde el quehacer de una reflexión profunda hacia el interior de cada una de estas “identidades parciales” que alberga el país, reclamar “espacios” para sí en la memoria de los argentinos, pero sobre todo actuar para generar un cambio que derive en una mayor inclusión con respeto por las diferencias que matizan el transcurrir del presente.
Consideraciones finales
A la luz de lo expuesto, podemos rescatar al menos dos cosas:
El proceso de la conformación de la identidad argentina no ha quedado ajeno a los vaivenes históricos, políticos, económicos y socioculturales.
Durante el periodo hispánico y prehispánico el NOA tuvo especial gravitación en los asuntos concernientes a la región, aun antes de surgir como un Estado. Esta importancia se fue perdiendo a medida que el puerto de Buenos Aires asumía un rol protagónico en la realidad nacional de la mano de la modernidad y la industria. En palabras de Risco Fernández: “el puerto creció a espaldas de la protohistoria y la pluralidad regional que lo sustentaba” producto de un proyecto no inclusivo que privilegiaba lo extranjero sobre lo local. ¿Cómo, sino, procesos tan intensos y prolongados en el tiempo no iban a inscribirse en las conciencias?
Ahora bien, en este Bicentenario debe aprovecharse la ocasión para reivindicar viejos reclamos de sectores ignorados y olvidados en el espacio y en el tiempo. Aprender a ver a esos “otros” que también son argentinos con sus DERECHOS, sus tradicionalismos, su interioridad que en ningún caso deben ser vistos como atrasados por identificarse con periodos de la historia que ya se consideran superados.
[1] El presente artículo se realizó en el marco del Seminario de Derechos Humanos dictado en la Universidad Nacional de Santiago del Estero. El mismo se sitúa en el eje de memorias en pugna que aborda los discursos que circulan en la vida cotidiana y del sentido común.
* Estudiante de la Cátedra de Demografía de la carrera Lic. En Sociología.
** Estudiante de la Cátedra de Demografía de la carrera Lic. En Sociología.
*** Estudiante de la Cátedra de Demografía de la carrera Lic. En Sociología.
BIBLIOGRAFÍA
“Los usos políticos de la memoria y la identidad” de Alejandro Isla. Estudios Atacameños Nº 26. Año 2003
“Aporte para el análisis de la reconstrucción del sujeto social revolucionario” de Luis Garay. Sin fecha ni edición.
“Cultura y región” de Gaspar Risco Fernández. Sin fecha ni edición.
“Población, asentamiento y sociedad” de Alan Rouquie. Sin fecha ni edición
“Bicentenario, identidad y país federal” en el Boletín Informativo del Laboratorio de Industrias Culturales. Año 2. Nº 9. Octubre de 2007