A 36 años de la Guerra de Malvinas

 

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A treinta y seis años de la guerra, se puede señalar que la causa Malvinas estuvo presente en distintos momentos de la historia argentina. Desde la resistencia criolla representada por la figura del gaucho Rivero ­(aquel un peón de esquila que trabajaba en las islas en1833 cuando los británicos la invadieron y se rebeló luchando contra ellos)­ pasando por el Operativo Cóndor de 1966 cuando un grupo de jóvenes aterrizaron en las islas, rebautizaron a Puerto Stanley como Puerto Rivero desplegando siete banderas argentinas antes de ser detenidos. Hasta mediados de la década del setenta, las relaciones de los isleños con Buenos Aires habían mejorado sensiblemente ya que Londres sólo se ocupaba de ellos cuando tenía que ratificar su dominio colonial en el archipiélago cuya importancia estratégica era notable pues permitía el control de los Océanos Atlántico y Pacífico. Es decir, una posición geopolítica inmejorable.

En este contexto, en Marzo de 1982, una masiva movilización organizada por la CGT expresaba el rechazo al gobierno militar y exigía una solución a los problemas económico-­sociales que afectaban a los trabajadores. Esto puso en alerta a la cúpula militar que buscó una salida poco feliz iniciando acciones bélicas y apelando a un sentimiento nacional muy arraigado en los argentinos con el propósito de recomponer su imagen y conservar el control del poder. Así, el 2 de abril de ese año, la dictadura militar instaurada en el país desde 1976, inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas. Con esta acción  de supuesta afirmación de la Soberanía Nacional, apoyada por un importante sector de la población, la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno.

Justamente, la política económica aplicada comenzaba a mostrar su fracaso, los ilícitos, la corrupción de sus negociados comenzaban a salir a la luz, pero lo que más les preocupaba era que se conocieran los crímenes que cometían: la tortura, la desaparición y muerte de miles de argentinos. Entonces, tristemente, la causa Malvinas fue la excusa perfecta para desviar la atención. El conflicto armado duró 73 días y concluyó el 14 de junio con la rendición de la Argentina, provocando la muerte de 649 soldados argentinos de los cuáles 14 eran santiagueños, 255 británicos y 3 civiles isleños.

En realidad, la ocupación estaba prevista para mediados de 1982 pero como el descrédito del gobierno era cada vez mayor, se adelantó el desembarco con la consecuente improvisación y la falta de un correcto análisis internacional de la situación: Fortunato Galtieri al frente del PEN, pensó que Inglaterra negociaría una retirada pacífica de las islas y que EE.UU.  se mantendría neutral, nada más alejado de la realidad. Así, la población argentina incentivada por una publicidad engañosa apoyó esta insensata operación militar…y la Plaza de Mayo volvió a llenarse de argentinos en celeste y blanco vivando a un Galtieri enajenado que arengaba a la multitud desde los balcones de la Casa Rosada. La sociedad estaba convencida de que la Argentina estaba incompleta si no recuperaba esa sagrada tierra, que los isleños no eran sino unos intrusos y los ingleses no eran sino unos piratas, que la razón estaba del lado argentino porque las islas fueron retenidas por intereses económicos y estratégicos de un régimen imperial.

Así, fueron enviados al frente de batalla conscriptos de las clases ‘62 y ‘63, recién ingresados al servicio militar obligatorio, con escasa instrucción militar que provenían de diferentes provincias y clases sociales. Mientras, la Primer Ministro británica Margaret Thatcher reaccionó inmediatamente y el mismo 2 de Abril tomó represalias: congeló los fondos argentinos depositados en bancos de su país y embargó las exportaciones provenientes de la Argentina con el apoyo de la Comunidad Económica Europea que suspendió las compras al país. La conducción militar argentina no había previsto una respuesta militar británica y tampoco planificó cómo accionar en caso de que se produjera. Tres días después del desembarco, una fuerza de tareas, la más grande desde la segunda Guerra Mundial, se dirigió a las islas.

El 1 de Mayo, Gran Bretaña inició los bombardeos a Puerto Argentino, capital de las islas,  y dos días después en un acto criminal hundía al Crucero A.R.A. Gral. Belgrano, que se encontraba fuera de la zona de exclusión generando decenas de muertos y desaparecidos. La situación era cada vez más difícil, las negociaciones habían fracasado y el gobierno ocultaba información y, en el medio, la prensa argentina anunciaba que se estaba ganando la guerra. La verdad era otra y cruel: soldados británicos profesionales desembarcaron en Malvinas, donde los esperaba un ejército de jóvenes mal equipados y peor alimentados.

Por ello, la noticia de la rendición causó gran frustración en la población groseramente engañada por la campaña triunfal que se había mantenido hasta poco antes. El descrédito por la derrota renovó las denuncias sobre violaciones a los DD.HH. cometidas desde el golpe de estado; de este modo, al sufrimiento de los familiares de los soldados que perdieron la vida se sumó el de las familias de las víctimas de la represión. La derrota de Malvinas precipitó, de esta forma, la crisis del régimen militar y preanunciaba su caída. Galtieri se vio obligado a renunciar siendo reemplazado por el Gral. Reinaldo Bignone.

Han pasado 36 años de este hecho y esta es la oportunidad para honrar la memoria de los caídos en la guerra, jóvenes que recién empezaban a disfrutar de la vida y también para honrar a los que lograron sobrevivir: los Veteranos de Malvinas. Este conflicto, provocó daños irreversibles físicos, psíquicos y sociales porque haber “perdido” la guerra significó que ya no se los consideraran héroes, sino que fueran vistos y condenados con el olvido por la misma sociedad que aplaudió a Galtieri en Plaza de Mayo y que les enviaba cartas de aliento y chocolates que nunca recibieron, dándoles esta vez la espalda y evitando hablar sobre este suceso. Respecto a los veteranos de guerra, se produjo en torno a ellos un vacío social muy fuerte siendo sometidos a un proceso de desmalvinización por parte de las autoridades e incluso de la sociedad…“parecía ser que lo de Malvinas nunca fue”. A muchos de los que después fueron considerados "locos de la guerra" les resultó traumático ese brusco retorno, fundamentalmente por la falta de contención y de empleo. Algunos se aislaron o cayeron en la depresión y en adicciones sufriendo las consecuencias más crueles que puede dejar una guerra: cambio de carácter, sentimientos de discriminación, trastornos en el sueño y en la memoria, violencia, irritabilidad, angustia, ideas frecuentes de suicidio, fobias y depresión.

La verdad  fue que la post guerra produjo más muertos que la guerra misma por la aplicación de una política de olvido. Después de dieciocho años, en noviembre del 2000,  el gobierno nacional recién estableció el 2 de Abril como el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas. En el año 2005 se mejoraron las pensiones y se los empezó nombrar en los actos. La Comisión de familiares de caídos en Malvinas exigió durante varios años la construcción de un Cementerio en Darwin que pudo concretarse en 2004. Hay allí 237 tumbas de soldados argentinos muertos en combate de los cuales sólo 101 habían sido identificadas, el resto permaneció con la inscripción de “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. En el 2008, Cristina Kirchner solicitó a la Cruz Roja Internacional que interceda para identificar a los cuerpos que se encuentran en Darwin. El 26 de marzo próximo pasado, familiares de noventa caídos que fueron identificados, pudieron visitar junto a familiares de los demás soldados fallecidos un remodelado Cementerio de Darwin en la Isla Soledad.

Finalmente, sólo resta decir que recordar esta fecha permite pensar una recuperación por vía del reclamo pacífico y nunca más a través de una guerra porque Malvinas será parte de la República por el camino de la paz porque, según el Papa Francisco, “sólo la unidad y la paz permitirán lograr la cultura del encuentro que tanto anhela la sociedad”. Vaya entonces el eterno reconocimiento, sincero y sentido, para los caídos en combate, para quienes lucharon y lograron sobrevivir y también para sus familias que sufrieron la eterna espera del aquel hijo e hija que un día de abril marchó a defender esa tierra argentina.

 

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Mg. Adriana Medina
Coordinadora de la Carrera de Lic. en Historia

 

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