La lucha de las Mujeres por una Patria Federal

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Por Equipo Historia UNSE*

Conmemorar lo ocurrido aquel 09 de Julio en la casa de Doña Francisca Bazán, nos remite inexorablemente a mayo de 1810, porque allí se encuentra la raíz de un proceso que marcó un punto de inflexión en nuestra historia. Con aciertos y errores, con batallas ganadas y perdidas, con hombres y mujeres de coraje, desprendidos de intereses personales se emprendió el largo y sinuoso camino hacia la emancipación, que culminaría con la declaración de la independencia.

Este nuevo aniversario debe conducirnos a repensar la historia desde las nuevas perspectivas, reflexionar nuestro proceso independentista en clave femenina desde la relectura y reinterpretación que propone la historiografía reciente:  Las fuentes históricas como cartas, diarios, de la época, documentos judiciales, entre otros, señalan que las mujeres tuvieron un rol importante en la construcción de la patria y su aporte fue concreto destacándose en las diferentes esferas de lo político, social, económico y cultural. Fueron muchas y variadas las acciones en las que contribuyeron mujeres de orígenes diversos durante las históricas luchas revolucionarias. Actuaron como espías y emisarias, valiéndose de su presunta debilidad y desinterés político para infiltrase en el ejército enemigo. Además, participaron en la formación de redes de investigación en las que actuaban como correos, proporcionando información muy valiosa al regimiento patriota; y también en la organización de protestas; en la propagación de los ideales patrios y en la persuasión entre las huestes realistas. Valiosos aportes se materializaron concretamente para el Ejercito del Norte a cargo del General Manuel Belgrano y luego el General San Martin. 

La reescritura de la historia en clave femenina  "significa mirar a estas mujeres en su pluralidad criollas, españolas, esclavas, indias, acomodadas, populares, jóvenes, adultas-, así como repensar los escenarios -espacios femeninos asociados al hogar y masculinos vinculados a la calle y lo público", nos dice la historiadora Gabriela Vásquez, además afirma “Solo así pueden entenderse las estrategias de poder femenino y cómo algunas mujeres lograron transformar su ámbito hogareño en reductos vitales para la revolución: en las casas de Mariquita Sánchez, de Ana Riglos y Melchora Sarratea no solo se hacían tertulias y bailes, se discutió lo que habría de suceder políticamente". Marcela Ternavasio plantea "las mujeres mantuvieron sus viejos roles y asumieron otros en consonancia con los segmentos sociales y culturales a los que pertenecían, como las letradas devenidas anfitrionas de espacios de sociabilidad para las elites y nuevas dirigencias revolucionarias: la casa y el espacio doméstico se politiza y es allí donde lo femenino adquiere una relevante presencia". Y agrega que también estarán las mujeres que acompañan los ejércitos silenciosamente en la retaguardia, contribuyendo a la enorme logística de alimentar y arropar a la tropa; las campesinas que ante la ausencia de los varones de su familia reclutados para la guerra se encargarán de su unidad productiva, basada en la mano de obra familiar: las 'empresarias' que por los destierros o autoexilios políticos de sus maridos se hacen cargo de los negocios".

Los 29 congresales, los hombres indiscutidos como Manuel Belgrano, José de San Martín, Miguel de Güemes, Mariano Moreno, Castelli y entre muchos otros, son nombres familiares que en algún momento de la trayectoria escolar fueron abordados, no así, la gran mayoría de las mujeres que hicieron posible concretar el anhelo independentista. 

Entre las más renombradas estos últimos tiempos están Juana Azurduy, María Remedios del Valle, Macacha Güemes, pero en esta ocasión ante un nuevo aniversario por la declaración de la independencia, como sabemos se llevó a cabo en Tucumán, y fue Doña Francisca Bazán de Laguna quien presto su casa para las sesiones. Investigaciones posteriores consideran, que el estado provincial dispuso usarla, ya que gran parte de la casa estaba alquilada para la caja general y aduana de la provincia. Hoy recordamos a quien destino el espacio físico, Doña Francisca tenía 72 años en el momento que se llevó a cabo la declaración, las crónicas cuentan que se sentía orgullosa de que su casa fuera la sede del Congreso y también expreso deseos de saludar y hablar con Manuel Belgrano.

Otro escenario federal es posible con la historia de Juana Moro, la espía: nacida en San Salvador de Jujuy, habría de abandonar sus pagos allá por 1802, definitivamente lo suyo no era la sumisión, sino todo lo contrario. Le gustaba trasladarse a caballo espiando los movimientos del enemigo. Durante las guerras de independencia, lideró en Salta, junto con Doña Loreto Sánchez de Peón, una red de espionaje femenina conocida como Las Mujeres de la Independencia. En una oportunidad fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas, pero no delató a los patriotas. Sufrió el castigo más grave. Cuando Pezuela invadió Jujuy y Salta, Juana fue detenida y condenada por espionaje a morir tapiada en su propio hogar. Días más tarde una familia vecina, condolida de su terrible destino, perforo la pared y la proveyó de agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados. Fue emparedada a los 29 años, pero murió centenaria. A consecuencia de la difícil situación que atravesó su apodo fue «La Emparedada».

 Pancha Hernández, quien fue una de las cuatro mujeres autorizadas por San Martín para acompañar a su esposo en el ejército de los Andes. Para cabalgar junto a su marido, el sargento del regimiento de granaderos, Dionisio Hernández, la Pancha como la llamaban, se cortó las trenzas, vistió uniforme y portó sable. Como un soldado más, siguió al ejército libertador hasta chile y el Perú.  

Otra gran mujer de la independencia fue Martina Chapanay, esta valiente Sanjuanina formó parte de las montoneras riojanas hasta la muerte de su marido, el caudillo Palacios.  Rebelde por naturaleza, ella siempre vestía bombachas de gaucho y era diestra con el cuchillo, se convirtió en la salteadora, baqueana y rastreadora, según las circunstancias, más tarde se unió a las huestes de otro Caudillo Federal Ángel Vicente Peñaloza, cuando este tomó la posta de su antiguo jefe. falleció en tierra Sanjuanina a los 87 años de edad.

 Pascuala Meneses, la granadera, como se la conocía, humilde campesina, que no tenía ni dinero ni armas ni joyas que aportar a la causa. Lo que sí tenía era valor y su propia vida y estaba dispuesta a entregarlas por la libertad, Se vistió de varón y cambió su nombre para alistarse como voluntaria y así pasó a ser Pascual Meneses, le entregaron el uniforme de granadero, uniforme que seguramente lo cocieron las peladas de la corrupción, ese nombre se les daba a las costureras, las cuales eran indias, negras o reclusas en algún convento. Ellas son las que cosieron todas las frazadas y los uniformes que llevaron los granaderos o soldados.

Estas son algunas de la cantidad de historias federales que la historiografía viene analizando y el problema con el que se encuentran los científicos sociales a la hora de reconstruir la trayectoria de las mujeres es el sesgo de la documentación. Sucede que las mujeres son difíciles de localizar como actores sociales en documentos elaborados por varones, en función de determinados valores y creencias, sostiene la Dra. Romina Zamora (UNT). 

En un análisis más profundo, de pensar la complejidad de la historia de las mujeres, consideradas sectores subalternos e invisibilizadas por el relato histórico, la filósofa estadounidense Nancy Fraser, propone una nueva definición, llamada contra-públicos y en esta categoría entran las mujeres, consideradas un grupo subordinado o marginado. La autora desde una perspectiva actual y democrática, propone gestionar una historia de las mujeres, donde puedan participar, cuestionar, redefinir las normas, y valores hegemónicos, proponiendo alternativas, compartiendo experiencias y fortaleciendo la identidad colectiva.

De lo expresado anteriormente, el relato histórico nos permite dejar de lado ese anonimato y dar voz a las mujeres de la independencia, eso, por un lado, y en una premisa aún mayor, reflexionar en la mirada de la construcción de la Patria, hombres, mujeres, afrodescendientes, originarios y gauchos, han dejado su vida por ella, porque la Patria se construye colectivamente entre todos los actores sociales.

Por ello podemos expresar “cada generación tiene que volver a escribir su historia porque el pasado no cambia, pero el presente sí, y es partir de nuevos planteamientos, nuevas inquietudes, nuevas necesidades que tiene la generación actual, que la historia gira hacia una reinterpretación de sus documentos y archivos como una de sus fuentes para re pensar nuestro proceso independentista, dotándolo de nuevos significados y sentidos.”

 

* Gallo Alba, Hernandez Reimundi Eugenia, Isac Evangelina, Pompolo Marcia, Roldan Karina y Maria Olivera.

* Ilustración: Silvina Segura

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